Yo no quiero cuando muera que me entierren con las gafas como a Santiago Carrillo: que quiero mirar cara a cara el vacío sin cristales que conducen a la Nada.
La vida es un baile de disfraces, obligado. No te dejarán entrar al retrete o al salón, si no llevas la cara cubierta.
En cambio la muerte es franca y generosa y acoge en su ataúd, lleves o no las gafas puestas.
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