lunes, 26 de agosto de 2013

Siria no tiene nombre




Siria no tiene nombre,
ella lo ignora;
llámola y no responde.
Su pena llora.

Besos de alegría,
brazos de una madre
que tenerte quieran...
¡no tienes a nadie!
Ave que no vuelas,
pobre niña mía,
si tal vez pudiera,
yo te salvaría.

Siria no tiene nombre,
ella lo ignora;
llámola y no responde.
Su pena llora.

Boca enmudecida,
lengua entrapizada,
¿quién en tu garganta
puso tantas balas?
Si es tu alma herida
la que claro habla
y eres entendida,
sobran las palabras.

Siria no tiene nombre,
ella lo ignora;
llámola y no responde.
Su pena llora.

Huyes recelosa,
nadie en ti confía.
¡ven! no tengas miedo,
dulce mariposa,
que hay flor de romero,
queso y pan del día.
Ízate en tu vuelo,
triste niña mía.

Siria no tiene nombre,
ella lo ignora;
llámola y no responde.
Su pena llora.

Nervios agitados,
viento enloquecido,
látigos de acero
sangran sacudiendo
tus cinco sentidos.
No hay Dios en el cielo
que tenga encendido
tu ardiente lucero.

Siria no tiene nombre,
ella lo ignora;
llámola y no responde.
Su pena llora.
Paz es tu alma blanca,
luna que se oculta
tras de la montaña.
Tu inocente cara,
noche que sepulta
viva una esperanza.
¡Abre tu ventana
al blancor del alba!

Siria no tiene nombre,
ella lo ignora;
llámola y no responde.
Su pena llora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario