viernes, 4 de octubre de 2013

Vergogna, mai più


En Todo modo, Leonardo Sciacia recurre al género policiaco para tratar sobre la metafísica de la violencia, el trasfondo corrosivo del poder, la injusticia y otros intereses relacionados con la mafia. En una especie de convento-hotel, lugar apartado del mundanar ruído, capitostes de la politica, de la industria y de la iglesia se reunen para buscar y hallar la voluntad divina, según el modo de aquellos famosos Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Gaetano es un cura enigmático que regenta esta peculiar casa de retiro y oración, cóctel de austeridad, maquinación y lujo. En la novela tienen lugar varios asesinatos. Y en este ambiente de intriga y mafia el cura Gateano llega a decir: Sólo falta un último bautismo, el de la muerte.

La muerte es el ateísmo por antonomasia, la negación del amor, el reverso de la hospitalidad, la cruz del encuentro. En Lampedusa, en las misma puertas de Europa, cuna de valores éticos como libertad, igualdad y justicia, la muerte de casi trescientos inmigrantes es un pecado irredento, imperdonable, imposible de ser bendecido por las aguas del bautismo. Este naufragio, provocado por la reducción exclusiva de espacios de circulación y seguridad por unas disposiciones jurídicas euronacionalistas contra el tránsito de las personas, es un exabrupto más de nuestra mal llamada civilidad y democracia.

Si Siacia en su novela Todo modo, sin él quererlo, predijo la muerte en extrañas circunstancia de Aldo Moro, cualquier otro escritor puede, por la misma razón de invención y fábula, configurar con sus letras la muerte futura de Jorge Mario Bergoglio. El que este hombre disienta públicamente de leyes europeas políticamente correctas, que construyen muros, levantan espadas y tienden alambradas al hambre en el cuerno de África, ponen al Papa Francisco en el mismo disparadero de aquellas logias que acabaron con la vida del líder democristiano de la Italia de los setenta.

Y como no quiero ser apologista de ningún asesinato, ni siquiera soñado, tan sólo me reitero en lo de siempre: ¡abajo fronteras, abajo morales ambiguas e hipócritas que hacen de la convivencia civil su particular conveniencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario