martes, 9 de diciembre de 2014

Tres no son cuatro




Cuatro almendros tiene Paco en un campo arrendado de amapolas. Los puso en recuerdo de sus hijos. Cuatro son los lados de su cama, las paredes de su casa, las esquinas de la calle, cuatro campanas tiene la iglesia, cuatro platos en la mesa, cuatro pares de alpargatas, cuatro ángeles la tumba. Cuatro besos y una pena.

Cada vez que uno nacía, el padre un hoyo grande cavaba en el mejor roal de su alma y con devoción y esperanza plantaba un árbol mirando al mediodía. Hoy, Paco como cada mañana,  mil veces cuenta los almendros, y siempre le falta uno. Que tres no son cuatro.

Sus amigos consuelan a Paco, le dicen que dos y dos no son siempre cuatro, que las cosas son complejas, que nunca llueve a gusto de todos, que quien tuvo retuvo.

Huidobro también decía que “los puntos cardinales son tres: el norte y el sur”. Puede que el de Altazor llevara mucha razón, que hoy en día no hay izquierdas ni derechas, ni poniente ni occidente. El sol ya no sale para todos. En este mundo globalizado todo se reduce a dos: Los de arriba, los de abajo. Los de siempre, ¡qué carajo!

Hoy es otoño. Paco va a recoger la almendra. De nuevo vuelve a contar los árboles. Está seguro que siempre fueron cuatro. Los repasa uno a uno. Los cuenta, los recuenta. No le salen sus cuentas, que para Paco cuatro no suman cuatro, le bailan los números en el cubilete del olvido.

Y ahora, el padre recuerda que el Marqués, el dueño de la finca, mandó cortar un almendro, precisamente el de su hijo mayor, el que moriría por aquellos tiros al aire de la policía en una manifestación en Sevilla.

Francisco Rodríguez Ledesma, trabajador de la construcción y vecino de El Cerro del Águila, fue herido el 8 de Julio de 1977, frente a las puertas de Hytasa, por esos "tiros al aire" tan propios de la policía político-social. Seis meses después, el 5 de Enero de 1978, falleció en la Residencia García Morato tras seis intervenciones quirúrgicas.

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