viernes, 11 de septiembre de 2015

Después de mí el caos






Y dijo el árbol a la mujer y al hombre:
El día que vengan a por mí, vosotros también vendréis conmigo.
Y contestaron el hombre y la mujer al árbol:
Siempre te envidiamos, nuestro protector y fértil árbol. Creímos que aún yéndonos nosotros de este mundo, vos nos sobreviviríais. De hecho cada vez que vemos una olivera nos acordamos de nuestro abuelo que allá en la hoya del campo tenía un olivar de aceitunas hojiblanca. Nuestro abuelo Juan murió, pero nosotros los nietos todas las mañanas desayunamos pan tostado con el aceite de aquellos recios y milenarios olivos.
Y de nuevo dijo el árbol a la mujer y al hombre:
Mis raíces son el firme del suelo que pisáis. Cuando no exista el pinar y la chopera, cuando desaparezcan las encinas y el nogal, cuando mis brazos por siempre sean deforestados y mis manos crucificadas no encontraréis lugar donde colocar vuestros desangelados pies. Decidme, ¿dónde pues pondréis a refrescar vuestras calurosas cabezas sin cúpula indulgente que pueda acoger vuestras súplicas? ¿De qué compresor vuestros pulmones aspirarán la energía de vuestro indispensable fuelle? Yo soy la red que os trenza y acoge, el báculo que os sostiene, la boca por la que respiráis. Sin mí, ni tumba para vuestro errante cuerpo calcinado encontraríais. Sabed, mis frugívoros amigos, que, no estando yo entre vosotros, el caos se adueñaría de todas las dependencias de vuestra casa. ¿Dónde entonces anidarían los pájaros de vuestros sueños? ¿En qué rama colgaríais el botijo de vuestro deseo y cosechas? Ni siquiera la escurridiza lombriz ni la astuta culebra verían la luz del sol. Y por supuesto vosotros también, errantes nasciturus míos, vagaríais por un imposible mundo de tinieblas concebido.  

Según la revista Nature (international wekly of sciencie), en lo que llevamos de civilización el número de árboles se ha reducido en un 46%. Cada año se pierden 10.000 millones de ejemplares. A este ritmo, y teniendo en cuenta que en nuestro planeta hay tres billones de árboles, dentro de trescientos años, si no frenamos este revés, ni un solo árbol quedará sobre la Tierra.

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