martes, 1 de marzo de 2016

Pensando en un nuevo Presidente






En el mismo día que en nuestro país los políticos se plantean investir o no a un presidente que sea capaz de dirigir el rumbo hacia metas más justas y distributivas, donde ningún ciudadano sea excluido de sus derechos fundamentales: vivienda, salud, educación, trabajo, comida y una tierra donde bien morir, leo en el periódico de El País un artículo de Paul Mason.

Había oído yo hablar de la muerte de Dios, pero no de la agonía del capitalismo, sistema contra el que las puertas del infierno creí que nunca prevalecerían. La realidad tan despareja y el fundamentalismo atroz de un dinero sin ojos y egoísta que yo avistaba me inducían a pensar que jamás llegaría ese momento. El justo reparto, la equidad, la solidaridad eran par mi sólo palabras en tiempos de elecciones. El resto del tiempo, la avaricia y el ande yo caliente y servido y los demás me importan un comino, era la cotidianidad y la norma. Baste para saber que no miento, con mirar en este instante a Grecia, el Canal de la Mancha, las alambradas, los campos de refugiados o a esos pobres niños gaseados por la policía de Macedonia.

Y sigo leyendo a Paul Mason, aquí bajo el dulce cielo azul de esta mañana, desayunando feliz y contrariado un trozo de pan y aceite con un café con leche:
La época dorada del capitalismo ya es historia en el mundo desarrollado y en no muchas décadas lo será también en el resto de países... Vamos hacia un nuevo futuro más justo y solidario, donde lo cooperativo predominará en detrimento del Estado y las empresas... Estamos ante una disyuntiva clara: un modelo colaborativo o un futuro distópico, una especie de feudalismo tecnológico en el que se multiplicaría la desigualdad... Hay que mirar al futuro. Y en ese futuro, las ideas del socialismo utópico son hoy más posibles que nunca...
Y de pronto siento como mis esperanzas se ponen a bailar pensando en un nuevo gobierno...

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