viernes, 28 de julio de 2017

Como un gusano sobre un anzuelo




¿Cómo es posible reír en medio de tanta tristeza?
El coro cantaba, reía, bailaba, enaltecía los ánimos de un público que, contagiado, se unía a la fiesta, desinhibido, ajeno al ridículo, inconsciente de su inminente condena. Hasta una mujer, entrada en años, a la que yo siempre había tenido por mojigata y rancia, la vi haciendo insinuantes gestos lascivos a un joven que a su lado estaba. Terminaron los dos abrazados en medio de la pista al compás de Bird On The Wire que el grupo parecía tocar sólo para ellos. Al menos ellos así lo creerían por el tierno acaramelamiento que yo vi en sus gestos y miradas. Me acordé entonces de los suffies, esos místicos danzarines, que a base de dar vueltas sobre sí mismos trascienden en vuelos espirituales, ajenos a la gravedad o a cualquiera otra ley social, cultural o religiosa que encadenarlos, sujetarlos quiera a las limitaciones de la materia, el tiempo o el espacio. Me acordé también del Titanic, de sus tripulantes. Estos al menos ignoraban el final de su tragedia.

Yo me seguía preguntando:
¿Cómo es posible bailar estando el cielo tan anubarrado y revuelto?
Todos seguían allí, en medio de la dicha, eufóricos, contentos. El que no aplaudía, vociferaba. El que no bailaba, con sus pies sacudía el suelo para que también las piedras y el cemento ovacionaran a los músicos:
Como un pájaro en un cable
Como un borracho en un coro de medianoche
He intentado a mi manera ser libre
Como un gusano sobre un anzuelo.
Quise gritarles:
Imbéciles, insensatos, ¿cómo podéis divertiros en la víspera de vuestra propia ejecución? Mañana, antes del amanecer, un senderista anónimo encontrará vuestros cuerpos tiroteados junto a la pared de un cementerio.
Nadie me oyó, puesto que de mi boca cobarde y llena de lágrimas no salió ninguna palabra de alarma, tampoco de ayuda. Pero todos ellos me contestaron con aquellos versos del poeta:
Que nos acoja la muerte
en medio de copas llenas...

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